jueves, 2 de enero de 2014

Las colectividades de la CNT en la Guerra Civil (III)

Presentamos un tercer texto, en este caso favorable a la experiencia.

Translation of Deirdre Hogan, Anarchist rural Collectives in the Spanish Civil war . Black Flagened.

El triunfo de la libertad

Las colectividades anarquistas campesinas durante la Guerra Civil Española

Mucha gente, al escuchar sobre anarquismo, consideran el pensar una sociedad basada en principios anarquistas como irreal, idealista e ingenuo- como la visión de unos cuantos soñadores. Dada la visión homogénea del mundo, presentada en los medios, resulta muchas veces difícil para la gente el imaginar una sociedad en la cual instituciones universalmente aceptadas, tales como el Estado, el sistema judicial, la policía, ejércitos, y naciones, ya no existan.

Para echar un vistazo de cómo tal sociedad podría funcionar, resulta útil estudiar la revolución social que tuvo lugar en España en 1936, cuando, en un período de dos años, el pueblo tomó el poder en sus propias manos y comenzaron la construcción de una sociedad completamente diferente, basada en los principios anarquistas.

Las ideas anarquistas venían ganando terreno en España desde la segunda mitad del siglo XIX. La CNT, sindicato anarcosindicalista, fue formada hacia 1910 y era muy poderosa para 1936, cuando contaba con 1.5 millón de miembros. Para ese entonces, las ideas anarquistas se encontraban fuertemente arraigadas en la mente de los campesinos. De hecho, la colectivización ya había comenzado en algunas zonas rurales antes de la revolución.

Balance de las colectividades anarquistas (II)

Incluimos el texto de la Corriente Comunista Internacional "El mito de las colectividades anarquistas", como una referencia sin necesidad de compartir sus visiones idealizadas y teleológicas
     
El mito de las colectividades anarquistas


        
Pero no sólo los radicales nos ofrecen el “paraíso” de las colectividades. Heribert Barrera - en 1936 republicano catalanista y hoy diputado a Cortes -, las elogia como «un ejemplo de economía mixta respetuosa de la libertad y la iniciativa humana», mientras los trotskistas y el POUM nos enseñan que «la obra de las colectividades dio un carácter más profundo a la revolución española que a la revolución rusa». También G. Munis y los compañeros del FOR, se hacen ilusiones sobre el carácter “revolucionario” y “profundo” de las colectividades.

Por nuestra parte nos vemos obligados, una vez más, a hacer de aguafiestas: las colectividades de 1936 no fueron un medio de la revolución proletaria sino un instrumento de la contrarrevolución burguesa; no fueron la organización de la nueva sociedad sino la tabla de salvación de la vieja, que se mantuvo con todo su salvajismo.


Y con esto no pretendemos desmoralizar a nuestra clase. Al contrario: la mejor manera de desmoralizarla es hacerla luchar por falsos modelos de revolución. La condición de su liberación y la de toda la humanidad es liberarse completamente de todo falso modelo, de todo falso paraíso,...

Balance de las colectivizaciones de la CNT (I)

Incluimos el texto de la revista Etcétera, publicada en Klinamen, con la intención de realizar un balance de las colectividades anarquistas en la Guerra Civil.

Hacia una historia de la aversión de los obreros al trabajo

 
Análisis de la reimposición del trabajo en la España Revolucionaria
 
Michael Seidman
 
El estudio de la aversión al trabajo -absentismo, retrasos, faltas de puntualidad, delitos, sabotajes, ritmo lento, indisciplina e indiferencia- puede servir para profundizar nuestro conocimiento de dos hechos políticos concurrentes, la Revolución Española y el Frente Popular Francés[1]. Un análisis de la aversión al trabajo de las fábricas de París y Barcelona durante el gobierno del Frente Popular en Francia y a lo largo de la Revolución de España, nos revela continuidades esenciales en la vida de la clase trabajadora. Absentismo, indisciplina y otras manifestaciones de la aversión al trabajo existían ya antes de la victoria del Frente Popular en Francia y del estallido de la guerra y la revolución en España. Pero es significativo que esta resistencia persistiera años después de que los partidos y los sindicatos, que decían representar a la clase trabajadora, tomaran en uno y otro caso el poder político y a diferentes niveles también el económico. De hecho los partidos y sindicatos de izquierda en ambas situaciones, la reformista y la revolucionaria, se vieron forzados a incontables enfrentamientos con los obreros que rehusaban trabajar.
 
La aversión al trabajo en el siglo XX ha sido ignorada y/o subestimada por muchos historiadores marxistas del trabajo y por los teóricos de la modernización, dos importantes, cuando no dominantes, escuelas de la historiografía del trabajo[2]. A pesar de las diferencias que en muchos casos existen, las dos orientaciones comparten una visión progresista de la historia. Muchos marxistas observan en la clase trabajadora una gradual toma de conciencia de clase, evolucionando de an sich a für sich, formándose a sí mismos y en ocasiones deseando expropiar los medios de producción. Teóricos de la modernización ven adaptarse a los trabajadores al modo, estructura y a las demandas generales de la sociedad industrial. Ni los marxistas ni los teóricos de la modernización han tenido en cuenta suficientemente la cultura de la clase trabajadora que persiste y que es reveladora de su irrefrenable deseo de no trabajar. Pero esta visión progresista de la clase trabajadora no puede analizar adecuadamente la perseverancia del absentismo, el sabotaje y la indiferencia. Ni tan siquiera -en ambas situaciones- puede ser menospreciada esta actitud como «primitiva» o como ejemplos de falsa conciencia. La persistencia de muchas formas de aversión al trabajo puede indicar una respuesta comprensible a la dureza a largo plazo en la vida cotidiana de los trabajadores y un saludable escepticismo a las soluciones propuestas por ambos, derechistas e izquierdistas.